27.1.10

Votar por el outsider es la política más tradicional

Por: Elohim Monard, comunicador social y miembro de Gobierno Coherente

1) Los llamados “outsiders” del Perú son sinónimo de oportunismo (del candidato y sus repentinos partidarios), improvisación (en su organización y programa para gobernar) y la negación de la institucionalidad (democrática y representativa). En fin: la siembra del clientelismo, los horcones del paternalismo, una Constitución con letras al azar.

2) Es imposible una política distinta con tanta farándula y demandas policiales. Pero debería quedarnos igual de claro que es imposible una mejor política si no tenemos partidos sólidos; de los que tengan elecciones internas legales, espacios de formación de jóvenes y códigos de ética que sancionen. La política tradicional no es sinónimo de Sistema de Partidos, de Congreso de la República o de Democracia, como muchos quieren transmitir. A lo que llamamos “política tradicional” es a un grupo de gente que se mete al poder solamente por intereses personales ó económicos, pues no tienen la más remota idea de para qué más están ahí. Una de tres: o somos estos políticos, o nosotros los elegimos, o permitimos que los elijan.


3) Entonces: ¿qué es la “política tradicional” sino un conjunto de delincuentes que hacen universidades que no enseñan, hospitales que no curan y juzgados que no son justos?, ¿qué es la “política tradicional” sino el voto que le damos al tío que nos conseguirá una chambita cuando gane?, ¿qué es la “política tradicional” sino un grupo de personas que entraron a la política porque nosotros, los que nos quejamos tanto, no estamos imaginando y construyendo lo que creemos que es una “política nueva”?, ¿qué es la “política tradicional” sino la política que renovamos en cada elección, producto de una constante ruleta rusa?

4) Nuestra cultura política es todavía muy pobre, a diferencia de nuestros celebrados estándares macroeconómicos. Nuestra política y nuestros políticos nos atemorizan, porque no sabemos cómo enfrentarlos. En el colegio nunca me enseñaron de libertades políticas, de la responsabilidad de elegir y ser elegido, de los criterios para identificar al representante que me conviene. Por el contrario, todo me era impuesto, me arrodillaban en el patio del colegio si negaba al profesor o me ponían contra la pared por hablar mucho, en lugar de enseñarme a criticar con respeto y creatividad, a pensar un poco más en las responsabilidades del estar vivo cada día. Esto último, también contiene a la política.

5) Esta cultura política se nutre y reproduce, además, gracias a los medios de comunicación, particularmente nuestra televisión y diarios, más precisamente a la decadencia de los noticieros y la ligereza de la mayoría de sus periodistas (periodiqueros, los llama mi tío Agustín). Tienen razón sus críticos: son notarios de la noticia, con diplomados en copy/paste y doctorado en egolatría. No se dan cuenta de su responsabilidad, no se quieren dar cuenta de que en complicidad con sus gerentes recrean nuestra realidad a su antojo, priorizan lo que ellos creen que le gusta a la gente (“porque así son los peruanos”, osan decir) y ponen frente a cámaras a todos los políticos que lamentamos en este artículo. Nos hacen creer (con ingenuidad o malicia) que ahí, en lo banal, caricaturesco e inhumano, está el poder; y lo que es peor, nos dicen que nada podemos hacer contra él, en un constante ejemplo de resignación.

6) Pero los primeros responsables de la pedagogía democrática deberían ser los partidos y los políticos que albergan. Los “outsider” y muchos políticos nefastos que hoy están dentro de los partidos son peruanos desubicados y cobardes (no todos, por suerte, pues podría ser peor). En nuestras manos está elegir a otros políticos. Si somos más corajudos, hasta drenar la política negativa y reemplazarla por una política positiva es una opción, levantando un partido político desde abajo, con todos los costos que implica su cultura, su institucionalidad y su decencia. Porque ser político en el Perú debería ser un lujo: una medalla al sacrificio, una distinción por la sensatez, un aura de compromiso, la máxima expresión del ejemplo y la docencia.

7) Cuando vayamos a votar por un presidente (un alcalde o lo que sea), y nos sintamos irritados, displicentes o desesperanzados, sería prudente pararnos a la mitad de la calle, respirar hondo, dos veces si es necesario, y pensar un ratito que por más que nos quejemos de la política, votar arbitrariamente, por gusto, es ordenar al perro a que se siga mordiendo la cola. Sería más de lo mismo. Algo debe tener el candidato más que buenas intenciones (si las tiene) y frases astutas (no necesariamente inteligentes): esperemos un equipo digno, una responsabilidad indudable, un plan coherente y sobre todo, una visión para el Perú (no para su bolsillo y el de quienes lo rodean).

8) Esto es lo que pienso de Jaime Bayly (y de muchos otros). Estos son los temas que quiero discutir sobre su candidatura. Si no hubiera puesto este título, quizás la mitad de ustedes no hubiese leído, con risueña expectativa, algo tan aburrido y con pretensiones de irreverencia. Dejemos de joder el Perú y empecemos a arreglarlo durante, antes y después de cada elección, como dice un video de moda.

http://www.coherencia.pe/2010/01/sobre-bayly.html

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