27.8.09

El loco


Luego de terminar el colegio, Juan Elías nuca más se cortó el pelo ni se afeitó. Su semblante desgarbado de punkeke de mediados de los ochenta hacía que muchos de sus ex compañeros no lo reconocieran en las calles de Barranco. Estaba obligado a estudiar una carrera de yuppies, sin embargo, su verdadera vocación se encontraba en la cocina. El loco, como se le llamó desde entonces, tenía como único refugio de su sombría realidad un minúsculo puesto en un desconocido centro comercial miraflorino donde, pese a no ganar dinero, gozaba organizando pequeños torneos de magic, este pasatiempo le otorgó la popularidad que no consiguió lograr en el colegio. Y no sólo popularidad, también encontró el amor, se llamaba Joselin y era la cantera de las ilusiones y fantasías más hediondas y a la vez candorosas del Loco. La irregularidad de las facciones de esta criatura no impedía que éste se sintiera capaz de donar sus testículos y hasta sus ojos por ella. La inocencia de nuestro héroe contrastaba con la vileza de la prenda de su alma. Joselin sentía repelencia hacia cualquier ser humano que no tuviera otra cosa que deseos libidinosos hacia su persona, su furor uterino era insaciable y su fosa inmunda, ponzoñoso y execrable pantano, ávida al empujón pélvico de cualquier lascivo anónimo. La depresión derivada de este frustrado amor acompañada por todos los males que acarrea había llevado al loco a una serie de desventuras y malas decisiones que no hicieron más que abatir su ya abrumado espíritu. Diño, su socio y uno de sus pocos amigos era un hombre de más de 30 inviernos y de aspecto simiesco, vecino de las quintas más antiguas y paupérrimas de Barranco. Pese a llevarle más de 10 años parecía menor que él y era su muleta, su sostén, su mano derecha, sin embargo, la alevosía era la principal característica de este sórdido personaje que a espaldas del loco humedecía con su salada saliva el rostro de Joselin. 
Nunca olvidaré la noche que el Loco me brindó hospedaje. Yo había olvidado las llaves de mi casa en un burdel, y no es que acuda con frecuencia a estos lugares pero considero que por lo menos una vez al mes uno está obligado a complacer sus necesidades varoniles. Entré en esa zahúrda y lo primero que vi fue la silueta de un hombre en el suelo inhalando aquel polvo que eclipsa la cordura. Era el padre del Loco en calzoncillos, lo único que sabía de él era que a nuestra edad respondía al seudónimo de “Diablo Calato” y que desde hacía 7 años todas las noches veía el “Perro Andaluz”. Al ver a su progenitor el loco sólo atinó a decir “qué fea imagen” y me condujo hasta su habitación donde me señaló un colchón inmundo en el que me eché y vi su pared, pintarrajeada, donde se leía:
QUÉ LES IMPORTA MI VIDA SI YA ESTOY MUERTO.
Con toda naturalidad el loco se había recostado en el suelo y me había cedido el colchón. Yo contrariado inquirí sobre esta acción exageradamente benévola. Me dijo “estoy harto de que me muerdan” y apagó la luz. Sin embargo, la alternancia de llantos desconsolados y risas estridentes de su padre me desvelaban. Le pregunté de qué mordiscos hablaba, “las ratas, las malditas ratas” me dijo. Yo no lo creí hasta que prendió la luz y me mostró restos de heces y pelos de rata por todo el cuarto. A la mañana siguiente queríamos desayunar así que fuimos a la cantina más cercana, “La Chingana”. Las prostitutas dormidas apoyadas sobre las mesas y algunos borrachos de la noche anterior que aún cantaban eran los únicos clientes. Cuando estaba a punto de pedir dos butifarras loco dijo “no quiero nada solido quiero alcohol” y rompió en llanto, loco sollozaba y decía: “siempre es lo mismo, yo soy el único que la ama y ella se acuesta con todos menos conmigo, siempre termino masturbándome entre las ratas mientras ella seguramente es perforada sobre sabanas de seda”. Compramos una botella de pisco Vargas y no paramos hasta la noche. Luego del pisquito Vargas en la chingana fuimos a la cantina de Eddy, el popular “chaposa” “Las mujeres te rechazan porque sientes amor hacia ellas, muéstrales desprecio y correrán hacia ti” le explicaba al loco mientras su conciencia se iba nublando. Ese siempre había sido el discurso de su tío chaposa, quien no paró de regalarle alcohol al héroe de nuestro relato, a su sobrino el loco. Ya habían pasado trece horas en aquel antro conversando entre nosotros oyendo a cincuentones cocainómanos hablar de sus fracaso en el amor, el trabajo pero sobretodo en la constitución de las familias disfuncionales que habían creado y a la vez destruido. Fue alrededor de las 11 y 20 cuando los vimos entrar, vimos entrar a aquel par de fariseos. Dinho penetró en el local acompañado de una mujer extremadamente alta y encorvada, casi jorobada. El pelo le llegaba hasta lo que serían sus nalgas, pues carecía de ellas por su holocáustica delgadez. Ojos casi cerrados enmarcados por unos lentes enormes, ceño fruncido y sonrisa irreverente por no decir desgraciada. “Anda, anda carajo, te he dado trago, que no sea por las huevas, desde chibolo te he estado alimentando con mi alcohol, que sirva” le decía chaposa a su sobrino. El loco se incorporó y bajo los consejos de su tío se acercó donde Dinho, esa farisea pareja estaba cogida de la mano, sentado frente a frente en una mesa redonda, su socio tenía un ternito celeste con una flor en el bolsillo de adelante, llevaba raya al medio y gomina, tenían una botella de pisco a la mitad. Loco dijo hola a Jocelyn y luego volteó la mirada hacia su alevoso amigo que al ver descubierta su traición no sabía cómo reaccionar, sólo atinó a darle un pequeño sorbo a su vaso de pisco. El loco incrustó su zapato en la nariz de su compinche, triturándola. Chaposa puso a Dinho en el baño en los orines junto a otros borrachos. El loco se sentó junto a Jocelyn en el lugar que le había arrebatado a Dinho y del vaso de éste se sirvió más Pisco. “Estoy un poco borracho, derrepente se me fue la mano con Dinho” dijo el Loco. “Ay pobrecito” dijo Jocelyn” Luego se unieron amigos del Loco, incluyendo a su tío y Jocelyn se tuvo que sentar en las largas piernas del Loco y sentir su sexo. Ese elemento junto al inagotable alcohol la hacían sentirse en los reinos de Baco. Fue una noche memorable, tres oficiales amigos de Chaposa habían llegado con trago decomisado y lo repartían a todos los parroquianos. La algarabía, los cantos de viejas canciones criollas de labios de borrachos y la cocaína abundaba. Un serrano de Huánuco la había traído y discutía con los policías por su calidad afirmando que la suya era mejor a la que ellos tenían. Pese a su alegría Jocelyn estuvo a punto de pelearse con varios hombres pero el Loco la defendía. Dinho aún no se levantaba, se había vuelto un elemento más del baño, le orinaban y le vomitaban encima. “¿Me prometes que mañana me vas a querer?” le dijo Jocelyn al Loco quien respondió “Ya”. Se besuqueaban y la pelandusca dijo “Fácil vamos a tu jato” mientras acariciaba el pecho de su querido, éste balbuceó alguna respuesta. En el taxi no hablaron mucho, Jocelyn se recostó sobre el Loco y pagó la tarifa al llegar. Gracias a la insensibilidad que le había dado el alcohol al Loco, éste pudo durar dos horas y practicar todas las posiciones que había visto en la televisión y en las revistas de Jota. Sin terminar nada de lo empezado, el Loco se quedó dormido. Cuando abrió los ojos a la mañana siguiente, Jocelyn estaba encima de él acariciándolo. Lo volvieron a hacer, desgraciadamente el Loco seguía insensible, el efecto del alcohol aún no se había ido. Un sonido interrumpió la faena mañanera. “¡JUAN ELÍAS, JUAN ELÍAS! ¡CON QUIÉN ESTÁS!” gritaba el padre del loco desde la ventana del cuarto. “QUIÉN ES ESE, ES UN HOMBRE ¿NO? ¡MARICÓÓÓN! SAL CARAJO, SAL” El Loco y Jocelyn estaban lívidos, la mujer se tapó con la sábana y lloraba, el Loco hizo lo mismo. Han pasado quince años desde esa noche y el loco no ha vuelto a tocar a una mujer.


Una vez más, Jano y Tito nos brinda uno de sus tantos cuentos. Que habla desde sus experiencias alcohólicas de demencia. Su recarga retórica es tan retorcida que llega a saturar o a herir aveces. Buen estilo, un banquete muy grasoso de letras.

1 comentario:

  1. Faltaría poner Otro día más y mostrar al Loco de verdad

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