DESDE UNA PROFESARA
A ver, a ver,
En primer lugar, gracias, Renato y...sorry, no tengo el nombre a la mano...por sus respuestas, porque me ayudan en mi esfuerzo por comprender a su generación, que, les confieso, suele desconcertarme.
Yo creo que no deberían asustarse tanto de debatir. No es malo hacerlo, al contrario. Confrontar ideas, no es pelear, si es que todos exponen sus puntos de vista respetando los de los demás, y esto pasa, creo, por no calificar a nadie y por no clasificar los argumentos como más o menos valiosos porque unos vengan de intelectuales con libros publicados y títulos académicos mil, otros de un periodista local o extranjero y otros de mi vecino, de mi mamá o de mi experiencia. Todos las ideas son respetables porque vienen de los caminos individuales que cada cual recorre, y si bien unos tienen oportunidades privilegiadas de leer y formarse más, lo que se aprende en el día a día también es valioso.
Otra cosa que me ha quedado dando vueltas en la cabeza es por qué tendría que ser mala la ideología...
Volviendo al texto de Hildebrandt, personalmente me parece, como casi todo lo que este senor escribe y dice, muy enterado y muy inteligente. En los 23 anos que llevo ejerciendo el periodismo, he visto cómo se ha ido perdiendo pasión, compromiso, capacidad de sacrificio, ganas de hacer algo más que cobrar a fin de mes o de tomarse fotos con el entrevistado de turno. También he ido viendo cómo los contenidos se han ido reduciendo y aligerando cada vez más: antes las páginas se decidían en función a la información que el redactor traía del campo, ahora se decide en función al diseno y no importa si hay que terminar diciendo nada, con tal que la página sea "bonita". Del mismo modo, me ha tocado vivir el doloroso cambio de criterios para decidir qué se publica y qué no: antes se decidía en función a la trascendencia del tema, hoy se decide según lo que le convenga al cliente que haya contratado la página del costado o el aviso de la parte superior derecha o inferior izquierda de la página. Y eso me parece terrible, si tomo en cuenta que la prensa debería ser un garante de la democracia, un instrumento para que los que en algún momento van a ir a votar y decidir los gobiernos, estén informados de lo que haga falta saber para elegir bien. Y un canal para que las personas puedan ejercer su derecho a expresarse. Eso en cuanto al periodismo.
En relación a la vida misma, me ha tocado ver cómo la competencia se ha ido instalando en los espacios que antes ocupaba la solidaridad, y he visto a mucha gente que en su afán de ganar esa competencia por dinero y poder no han tenido reparos en serruchar pisos, clavar punales o llevarse lo que tocaba a otros, por méritos y esfuerzo, a punta de eficaces franelas y otras malas artes. El dano que fueron dejando a su paso no pareció importarles en lo más mínimo. Supongo que al proceder estaban concentrados en sí mismos, obviando esa empatía que extrana Hildebrandt, como lo hacen los choferes de combi que paran en cualquier sitio o no paran, según lo que les convenga, o los que se zampan en las colas, o los que venden lo que sea a punta de mentiras o datos incompletos.
Con mucha pena, he visto personas depositar todo su valor y el de los demás en una marca de zapatos o de pantalón, en un modelo de carro o en un determinado barrio, porque claro, "tanto tienes, tanto vales", y como hay que tener para valer, entonces hay que competir hasta "vencer".
Y asi, podría seguir, mencionando experiencias y situaciones mucho más dolorosas y trascendentes, como las guerras basadas en intereses económicos; las estafas de los políticos que en vez de beneficiar al pueblo que los elige, no tienen reparos de seguir empobreciéndolo en todo sentido; el tráfico de drogas, con los millones de víctimas directas e indirectas que deja; la explotación sin límites de los recursos naturales; la prostitución infantil, tan buen negocio en estos tiempos, etc., etc., etc.
En realidad, lo mismo da: serrucharle el piso a un pata, firmar una ley que estafa a la gente, fabricar productos de mala calidad para que se malogren rápido y los clientes tengan que renovarlos pronto o dedicarse a escribir publicherrys cuando hay tanto que denunciar, solo porque es más rentable es, desde mi modesto punto de vista, igualmente triste y lamentable. Y, personalmente, no me resigno a vivir en un mundo en el que todo esto se ha vuelto la norma, porque "es comprensible" que el objetivo sea salvar el propio pellejo, así haya que caer en el canibalismo. Yo he tenido la suerte de vivir otro panorama, en otro tiempo y en otro espacio, y sé de las bondades de vivir según otros valores. Felices quienes no han tenido esta ocasión, porque no saben lo que se pierden y no anoran lo que no saben que les falta.
Finalmente, me gustaría decir que es muy problable que la formación que ofrece la Facultad defraude las espectativas de muchos buenos estudiantes de periodismo y de las otras especialidades, pero con mucha pena he de decir que a muchos profesores también nos defrauda la vocación que no pocos alumnos tienen por el mínimo esfuerzo. Yo siempre digo a los chicos a los que me toca ensenar, al inico del ciclo, que el éxito de la clase dependerá de ambas partes, del interés que ellos y yo le pongamos a nuestros encuentros, y he tenido secciones a cuyo encuentro he llegado siempre con ilusión, motivada y dispuesta a dar lo mejor, y otras que me han pesado como un Machu Picchu sobre las espaldas, a quienes he considerado inútil ofrecer ciertos materiales. La cosa es, pues, de ida y vuelta, y en eso también habría que pensar.
Y ya, creo que ya estuvo muy largo este mail, así que me despido y les deseo un muy buen domingo.
Saludos,
Mariella
chequisima@hotmail.com)
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